"Si el mundo estuviese hecho de harina, querríamos conocer los secretos de la harina; si de huevo, los secretos del huevo; si de plastilina, los de la plastilina. Nosotros estamos hechos, sobre todo, de palabras." J. J. Millás

jueves, 28 de octubre de 2010

UN POCO DE HISTORIA SOBRE LA NOVELA (hasta el s. XIX)


UN POCO DE HISTORIA SOBRE LA NOVELA

  1. Breves apuntes sobre el origen de la novela y su definición como género.

La novela tiene su origen en Roma (y Grecia), aunque hasta la Edad Media no empezó a popularizarse como género literario. Antes de Roma y hasta la edad Media, la novela ocupa un lugar poco privilegiado en la literatura y otras formas de género épico-narrativo (mito, epopeya cantar de gesta, relato, romance…) son las que triunfan.

El término novela procede del italiano novella y no será usado con claridad hasta el s. XIX. Hasta entonces, con mucha frecuencia, las novelas llevaban títulos como “las aventuras de…”, “la historia de…”, “las andanzas de…”. Si observáis bien, todas las palabras hacen referencia a términos épicos, pues, la novela, como todos bien sabemos, pertenece al género épico-narrativo. 
 
    No obstante, y como veremos los apartados siguiente, desde el s. XVI, hay novelas que no son épicas (aunque sí narrativas).

  1. La Edad Media

Novela de caballerías

Definición: Narraciones medievales publicadas en los primeros años de la imprenta, que tienen como principal objetivo divertir; relatan las hazañas y aventuras inverosímiles de héroes legendarios e invencibles.

  







Covarrubias1 las define como: "los [libros] que tratan de hazañas de caballeros andantes, ficciones, gustosas y artificiosas, de mucho entretenimiento y poco provecho, como los libros del Amadís, El caballero del Febo y de los demás".

Esta es una definición interesante del Tesoro de la lengua castellana y hecha en el siglo XVII. Nos muestra la opinión que en este siglo se tenía de las novelas de caballerías, frente al siglo anterior (s. XVI) en el que habían sido muy populares.

De todos los libros de caballerías destaca Amadís de Gaula de Garci Rodríguez de Montalvo – la edición más antigua que conservamos es la de Zaragoza 1508-. No obstante, la historia no es original del autor español. Él mismo reconoce que de los cuatro libros que componen el Amadís de Gaula, él es autor del cuarto y que los otros tres han sido “enmendados”. El original parece proceder de Portugal (s. XIV) –aunque no hay originales-.

argumento: Un hijo de reyes es abandonado en una barca. El niño, criado por el caballero Gandales, y convertido en un caballero, indaga sobre su origen en medio de fantásticas aventuras, protegido por la hechicera Urganda, llamada la Desconocida porque nunca se presenta con la misma cara ni con el mismo aspecto, y perseguido por el mago Arcaláus el encantador. 
 

3. El Siglo de Oro2

A partir de mediados del siglo XVI y durante todo el siglo XVII, la novela va a sufrir un importante desarrollo. Aparecen la novela pastoril, la novela sentimental, la novela bizantina, la novela picaresca, novelas cortas y, por supuesto, la última novela de caballerías o la primera novela moderna: El Quijote.


Novela Picaresca

Definición: Narración típica del Siglo de Oro y originalmente española, aunque pronto trascendió a Europa. En este tipo de novela, se narran las aventuras de un pícaro (un antihéroe) de forma pseudoautobiográfica.









Para Fernando Lázaro Carreter, las obras picarescas tienen tres características fundamentales:

  1. Escritas en primera persona. Esto provoca un carácter pseudobiográfico.
  2. El protagonista es siervo de distintos amos.
  3. El protagonista explica “el caso”: “el caso” es su historia o, más bien, la razón (el porqué) de su historia o situación.

Otras características son:

  1. Determinismo: aunque el pícaro intenta mejorar de condición social, fracasa siempre y siempre será un pícaro.
  2. Intención crítica con todas las capas de la sociedad.

La picaresca, como ya decíamos, ha sido un subgénero bastante desarrollado en nuestra literatura. A parte del Lazarillo de Tormes (s. XVI), destacan Guzmán de Alfarache de Mateo Alemán (s. XVII), La vida del buscón llamado Pablos de Quevedo (s. XVII) o La Vida de Diego Torres de Villarroel (s. XVIII).

El Lazarillo de Tormes ha sido la novela picaresca más importante de todos los tiempos. Cumple todas las características que hemos mencionado antes: Se narra en primera persona y, por tanto, parece la autobiografía de su protagonista (un pícaro llamado Lázaro); Lázaro sirve a distintos amos (un ciego, un clérigo, un hidalgo, un vendedor de bulas, un maestro de pintar panderos, un capellán…); También en esta obra aparece la explicación del caso, pues el protagonista, Lázaro, lo que “teóricamente” está haciendo con la obra es explicar por qué no reacciona aunque sepa, como todo el mundo, que su mujer le es infiel. Por último también en Lázaro hay crítica a todos los estratos de la sociedad; no obstante, lo que es más cuestionable es el determinismo de esta novela, pues si bien en el fondo Lázaro sigue siendo un pícaro, ha medrado socialmente.

NOTA: Como todos sabemos, Lazarillo de Tormeses una obra anómina, es decir, desconocemos quién la escribió. Recientemente, una filolóloga –Rosa Navarro Durán- ha propuesto que el autor es Alfonso Valdés (escritor del s. XVI). En cualquier caso, lo interesante es plantearse y analizar por qué el autor no quiso desvelar su identidad. 

Aparición de la novela moderna: Las aventuras del ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha

          En 1605 se publica la primera parte de la novela conocida por todos como El Quijote. El protagonista, el tiempo y el espacio, se nos presenta en los primeros párrafos de la novela:

En un lugar de la Mancha, de cuyo nombre no quiero acordarme, no ha mucho tiempo que vivía un hidalgo de los de lanza en astillero, adarga antigua, rocín flaco y galgo corredor. […] Frisaba la edad de nuestro hidalgo con los cincuenta años. Era de complexión recia, seco de carnes, enjuto de rostro, gran madrugador y amigo de la caza. […] Es, pues, de saber que este sobredicho hidalgo, los ratos que estaba ocioso –que eran los más del año-, se daba a leer libros de caballerías, con tanta afición y gusto, que olvidó casi de todo punto el ejercicio de la caza y aun la administración de su hacienda; y llegó a tanto su curiosidad y desatino en esto, que vendió muchas hanegas de tierra de sembradura para comprar libros de caballerías en que leer, y, así llevó a su casa todos cuantos pudo haber de ellos. […] En resolución, él se enfrascó tanto en su lectura, que se le pasaban las noches leyendo de claro en claro, y los días de turbio en turbio; y así, del poco dormir y del mucho leer, se le secó el celebro de manera que vino a perder el juicio.

         De este modo arranca lo que en principio iba a ser una novela corta. En 1615 se publica la segunda parte que no sólo cierra el argumento, sino que engrandece la novela.

Argumento: Un hidalgo manchego, buen, más bien pobre y cincuentón, pierde la cabeza leyendo novela de caballerías. Decidido a imitar a lo héroes de éstas, que recorren el mundo defendiendo nobles ideales y realizando hazañas fabulosas, busca unas armas viejas y un caballo flaco –Rocinante-, toma como escudero a un rudo labrador, llamado Sancho Panza, y sale de su casa en busca de aventuras. Enamorado en su juventud e una campesina, la transforma en la dama ideal que todo caballero ha de tener, dándole el nombre de Dulcinea del Toboso.

El ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha se escribió, según su autor, con una finalidad fundamental: ridiculizar las novelas de caballerías. Este propósito se consiguió de inmediato, pues después de El Quijote, no se volvieron a escribir más novelas de este tipo.

No obstante, el Quijote no es sólo una parodia de las novelas de caballerías, ni un simple relato novelesco, sino que consitutye un verdadero universo literario en el que, poco a poco, se va desarrollando la personalidad de cada uno de los personajes.

Don Quijote encarna el idealismo y Sancho la realidad –los personajes tienen además un valor simbólico y esta es la grandeza de la obra-. En cualquier caso, según avanza la novela, uno y otro se contaminan y desarrollan los siguientes procesos: quijotización (Sancho se va pareciendo más a Don Quijote, cada vez es más idealista) y sanchificación (Don Quijote es cada vez más realista).

Podríamos decir que don Quijote no está loco exactamente; es, como ya decíamos idealista, esto es, persigue un ideal. Este personaje encarna la defensa de la libertad en todos los sentidos. Por tanto, la parte en la que Don Quijote ¿confunde? Molinos con gigantes u ovejas con ejércitos, pertenece más bien a la parodia de las novelas de caballerías, que a la verdadera esencia del Quijote. De hecho, en la segunda parte, no será Don Quijote quien confunda nada, sino serán los demás los que le harán creer que la realidad es otra (el episodio de Clavileño es un buen ejemplo: Los duques construyen un decorado con un caballo de madera y hacen creer a don Quijote y a Sancho –que ya está totalmente quijotizado- que están volando).

La pregunta que surge por tanto es ¿estaba loco por leer libros de caballerías? ¿le habían hecho creer que estaba loco? ¿Era simplemente un idealista? ¿Le hicieron loco los demás? Esta también es parte de la grandeza del Quijote, que como toda gran obra de arte, plantea preguntas, no da respuestas: ¿Qué es realidad y qué no? ¿Qué de lo que nos han dicho que ha de ser así, es cierto? ¿Por qué no somos más libres y nos dejamos oprimir por otros?

En cualquier caso, a continuación podemos leer el final de la segunda parte; don Quijote está muriendo y a su lado está Sancho:

Y, volviéndose a Sancho, le dijo:
  • Perdóname, amigo, de la ocasión que te he dado de parecer loco como yo, haciéndote caer en el error en que yo he caído de que hubo y hay caballeros andantes en el mundo.
  • ¡Ay! –respondió Sancho llorando-. No se muera vuestra merced, señor mío, sino tome mi consejo y viva muchos años, porque la mayor locura que puede hacer un hombre en esta vida es dejarse morir sin más ni más, sin que nadie le mate ni otras manos le acaben que las de la melancolía. Mire no sea perezoso, sino levántese desa cama, y vámonos al campo vestidos de pastores, como tenemos concertado: quizá tras de aluna mata hallaremos a la señora doña Dulcinea desencantada, que no haya más que ver. […]
  • Señores –dijo don Quijote-, vámonos poco a poco, pues ya en los nidos de antaño no hay pájaros hogaño. Yo fui loco y ya soy cuerdo; fui don Quijote de la Mancha y soy agora, como he dicho, Alonso Quijano el Bueno.
OTROS TIPOS DE NOVELA 
 
        Desde el s. XV, venían apareciendo otro tipo de novelas: Sentimental, Pastoril, Bizantina... que, de algún modo, intentan cubrir los gustos de los distintos receptores de las obras.
         Las novelas sentimentales, como se puede deducir del nombre, son aquellas en las que la intriga amorosa es el tema fundamental. Sin embargo, no solo el tema es lo que da unidad al género. Son novelas cortas, con cierta vinculación a la novela de caballerías (o a los episodios amorosos de estas) y en las que predomina el concepto del amor cortés.  Cárcel de Amor de Diego de San Pedro es uno de los mejores ejemplos.

        La novela bizantina, cuyo nombre se explica porque fue muy popular en La Baja Edad Media entre los griegos bizantinos, es una novela de viajes, de aventuras. De algún modo, es un tipo de novela que entronca con la tradición más clásica de la épica.
        La novela pastoril tuvo su esplendor en el s. XVI tras la publicación de la Arcadia de Sannazaro. Es un tipo de novela muy vinculada a la égloga del género lírico. Los protagonistas son pastores que, no obstante, se expresan como filósofos. El tema central suele ser el amoroso. Cabe mencionar que el desarrollo narrativo de estas novelas es, con frecuencia, pobre (acción lenta, final rápido y mal resuelto); sin embargo, esto no extraña, si entendemos que la expresión de los sentimientos es lo importante. La Diana de Jorge de Montemayor es un buen ejemlo del género.



  1. S. XIX

Durante el siglo XIX se desarrolló una gran actividad novelística dada la aparición de una nueva clase social, la burguesía, que tenía dinero y tiempo para comprar y leer novelas. Debemos recordar, no obstante, que se favoreció la difusión a través de los periódicos en las denominadas novelas por entregas.

Aunque no fue el único tipo de novela que se desarrolló durante el siglo XIX, nosotros abordaremos la novela realista.

Novela Realista

Definición: Tipo de novela del Siglo XIX y de origen francés, aunque parte de sus rasgos ya habían aparecido antes y en otros lugares. Su principal objeto de estudio es la realidad que se intenta describir de manera fiel y objetiva. En España, sin embargo, los mejores narradores realistas no conciben el análisis de la realidad de forma objetiva, sino crítica (realismo crítico).












DOS FRAGMENTOS DE LA VIDA DE LAZARILLO DE TORMES



TEXTO 1: Tratado primero de La vida de Lazarillo de Tormes (inicio de la obra y presentación del protagonista).
Pues sepa Vuestra Merced, ante todas cosas, que a mí llaman Lázaro de Tormes, hijo de Tomé González y de Antona Pérez, naturales de Tejares, aldea de Salamanca. Mi nacimiento fue dentro del río Tormes, por la cual causa tomé el sobrenombre; y fue de esta manera: mi padre, que Dios perdone, tenía cargo de proveer una molienda de una aceña que está ribera de aquel río, en la cual fue molinero más de quince años; y, estando mi madre una noche en la aceña, preñada de mí, tomóle el parto y parióme allí. De manera que con verdad me puedo decir nacido en el río.
Pues siendo yo niño de ocho años, achacaron a mi padre ciertas sangrías mal hechas en los costales de los que allí a moler venían, por lo cual fue preso, y confesó y no negó, y padeció persecución por justicia. Espero en Dios que está en la gloria, pues el Evangelio los llama bienaventurados. En este tiempo se hizo cierta armada contra moros, entre los cuales fue mi padre (que a la sazón estaba desterrado por el desastre ya dicho), con cargo de acemilero de un caballero que allá fue. Y con su señor, como leal criado, feneció su vida.
Mi viuda madre, como sin marido y sin abrigo se viese, determinó arrimarse a los buenos por ser uno de ellos, y vínose a vivir a la ciudad y alquiló una casilla y metióse a guisar de comer a ciertos estudiantes, y lavaba la ropa a ciertos mozos de caballos del comendador de la Magdalena, de manera que fue frecuentando las caballerizas.
Ella y un hombre moreno de aquellos que las bestias curaban vinieron en conocimiento. Éste algunas veces se venía a nuestra casa y se iba a la mañana. Otras veces, de día llegaba a la puerta en achaque de comprar huevos, y entrábase en casa. Yo, al principio de su entrada, pesábame con él y habíale miedo, viendo el color y mal gesto que tenía; mas, de que vi que con su venida mejoraba el comer, fuile queriendo bien, porque siempre traía pan, pedazos de carne y en el invierno leños a que nos calentábamos.
De manera que, continuando la posada y conversación, mi madre vino a darme un negrito muy bonito, el cual yo brincaba y ayudaba a calentar. Y acuérdome que, estando el negro de mi padrastro trebejando con el mozuelo, como el niño vía a mi madre y a mí blancos y a él no, huía de él, con miedo, para mi madre, y, señalando con el dedo, decía:
-¡Madre, coco!
Respondió él riendo:
-¡Hideputa!

TEXTO 2: Tratado primero de La vida de Lazarillo de Tormes ("Episodio de las uvas").
Y porque vea Vuestra Merced a cuánto se extendía el ingenio de este astuto ciego, contaré un caso de muchos que con él me acaecieron, en el cual me parece dio bien a entender su gran astucia. Cuando salimos de Salamanca, su motivo fue venir a tierra de Toledo, porque decía ser la gente más rica, aunque no muy limosnera. Arrimábase a este refrán: «Más da el duro que el desnudo». Y vinimos a este camino por los mejores lugares. Donde hallaba buena acogida y ganancia, deteníamonos; donde no, a tercero día hacíamos San Juan.
Acaeció que, llegando a un lugar que llaman Almorox al tiempo que cogían las uvas, un vendimiador le dio un racimo de ellas en limosna. Y como suelen ir los cestos maltratados, y también porque la uva en aquel tiempo está muy madura, desgranábasele el racimo en la mano. Para echarlo en el fardel, tornábase mosto, y lo que a él se llegaba. Acordó de hacer un banquete, así por no poder llevarlo, como por contentarme, que aquel día me había dado muchos rodillazos y golpes. Sentámonos en un valladar y dijo:
-Agora quiero yo usar contigo de una liberalidad, y es que ambos comamos este racimo de uvas y que hayas de él tanta parte como yo. Partillo hemos de esta manera: tú picarás una vez y yo otra, con tal que me prometas no tomar cada vez más de una uva. Yo haré lo mismo hasta que lo acabemos, y de esta suerte no habrá engaño.
Hecho así el concierto, comenzamos; mas luego al segundo lance, el traidor mudó propósito, y comenzó a tomar de dos en dos, considerando que yo debería hacer lo mismo. Como vi que él quebraba la postura, no me contenté ir a la par con él, mas aún pasaba adelante: dos a dos y tres a tres y como podía las comía. Acabado el racimo, estuvo un poco con el escobajo en la mano, y, meneando la cabeza, dijo:
-Lázaro, engañado me has. Juraré yo a Dios que has tú comido las uvas tres a tres.
-No comí -dije yo-; mas ¿por qué sospecháis eso?
Respondió el sagacísimo ciego:
-¿Sabes en qué veo que las comiste tres a tres? En que comía yo dos a dos y callabas.



1 Lexicógrafo (persona que estudia el léxico –las palabras desde el punto de vista del significado) español que vivió a finales del s. XVI y principios del s. XVII. Su obra más importante es el Tesoro de la lengua castellana, el mejor diccionario en español hasta el de la Real Academia Española (s. XVIII).


2 Siglo de Oro: Denominamos Siglo de Oro al período comprendido entre 1650 y 1750 aproximadamente (Renacimiento y Barroco) en el que las artes españolas tuvieron máximo esplendor.

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